jueves, 3 de febrero de 2011

La Vanguardia: freno de la revolución libertaria



La propaganda dice: "delante, los mejores, los más valientes, los más fuertes. Arriba los sabios, que pueden analizar la situación y elaborar los planes que ha de seguir la masa... Al final del camino, el Paraíso…"
Un momento, algo falla. No es realista, porque en una batalla los que van delante suelen ser los que no piensan demasiado el lío en que se están metiendo, mientras que los dirigentes dicen desde retaguardia “¡por allí!”, al resguardo de la metralla.
Así es: la vanguardia siempre está atrás. La masa, de buen grado o por fuerza, sufre los planes de la dirigencia tragándose los tiros. Además, "los más clarividentes" suelen cuidar muy bien sus intereses personales, que se traducen en poder, sueldo, secretaria, coche, despacho y salvar el culo si algo va mal.
 
Vale. El marxista inteligente dice: “El payaso está haciendo su burla de la semana. La vanguardia no es eso. La vanguardia es el referente, el que da ejemplo, el que corre los riesgos, el que muestra el camino”… Pues no.
 
Camarada bolchevique o cristiano: si consigues ser vanguardia honrada de algo, en ese pequeño grupo queda la responsabilidad del éxito o del fracaso de lo que se emprenda. El resto de la gente puede apoyar (o no), esa lucha. Pero la gente que observa asumirá que quien tira del carro es ese grupo, y no la totalidad del colectivo. El Poder de inmediato detecta esa situación, y emplea técnicas eficaces para sembrar la confusión, la duda, provoca rupturas y las agranda, envenena a la vanguardia, la compra, la reprime, la vuelve impotente y la disgrega con facilidad. Y ataca al Pueblo que contempla, trasladando el rechazo a la vanguardia.
 
Por eso la emancipación, la libertad, la lucha (1), tienen que ser decisiones personales, asumidas de manera íntima, con convencimiento de hacer lo correcto por uno mismo, (no por los demás), buscando la decisión colectiva. Pensar el “cómo nos auto-organizamos y para qué”, es la pregunta que hay que responder. Conseguir que la lucha colectiva se convierta en el impulso de todos conscientes, de varios, de miles, de millones y no de una vanguardia, es un camino más lento, más difícil, más complejo. Pero es el único que muestra alguna posibilidad de triunfo ante las grandes y violentas Corporaciones y Estados, y ante los ejércitos profesionales, porque donde hubo pequeños grupos de activistas jugando a la revolución, ya se ve lo que pasó: el poder atacado, no se detiene ante nada: los compra, los integra o los destruye… Llega a la vileza, la tortura, el genocidio… Y en el caso de ser ese Poder derrotado por la Vanguardia, lo único que se hace es sustituirlo por otro.
 
La mejor Vanguardia, la que huye. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.


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